Mitcheaux, el hombre orquesta con síndrome del espino

por Ronny Acevedo
  • Lleva más de 20 años dedicado a la música y proyectos en ese ámbito, además de un estudio de grabación en su propia casa, trabajos en colaboración con vecinos, dj, clases online para niños, niñas y jóvenes. Su vida gira en torno a la composición y el arte musical.

En estos días, nuestro vecino y trompetista Cristián Cuturrufo lo inspiró a componer rápidamente, porque “fluye decir, sentir y crear en su honor. Me senté al piano y (la canción) salió sola”. La partida del amigo y maestro le pegó fuerte.

Miguel “Mitcheaux” Torreblanca, lleva ocho años en la comunidad y no piensa alejarse de este lugar. Señala padecer el famoso Síndrome del Espino. “Siempre estuve ligado a la comunidad, por amigos o trabajando o en el Patio la Rosa o en el Paseo el Sol. Debido a que mis hijos estudian en el Colegio Rudolf Steiner, te empiezas a vincular con el lugar y con su gente. Viviendo aquí, logré habitar también con la música en la comunidad. Yo no quiero vivir en otro lugar.”

La magia de la naturaleza

A su juicio, las personas que viven aquí empiezan a sintonizar en muchos aspectos, pero principalmente con la naturaleza. “Su vínculo es poderoso, es la forma de vivir”, dice. Incluso cuando va a Algarrobo, se encuentra con vecinos y siguen compartiendo en otros lugares. Esto se nota en los niños, ya que “tienen una misma energía, que tiene que ver con su vínculo con la naturaleza, sintonizan en actividades, incluso en comidas”, señala.

Sus hijos de 5 y 10 años han crecido en este espacio y les pasa que cuando van a quedarse donde abuelos o tíos extrañan esa tranquilidad y los sonidos de la naturaleza. “Tienen una sintonía muy especial con el bosque y sus sonidos, los pájaros, los ritmos. Eso los hace vibrar en una sintonía muy rica, con escuchar la tierra, sentirse en sincronía con lo que les rodea”.

La vibración y el compartir con el entorno, acompañan la vida de este músico. Su último disco “Concentrar” fue creado en su totalidad en la Comunidad Ecológica. “Fue inspirado en este lugar y lo que significa vivir en un espacio rural , bastante acotado, donde no hay luminarias públicas y tenemos el agua dela quebrada. Es todo un contexto. Eso le entrega una cierta magia, no tener luz o agua, le entregan una identidad al espacio, que no sucede en el resto de la ciudad. Hay que estar resolviendo problemáticas antiguas, dentro un mundo moderno y lo hacemos, pero buscando una solución ecológica. Nosotros, por ejemplo, jugamos cartas, usamos velas, eso le da una magia.”

Este disco también quiso “concentrar todo en un espacio, estadillo, pandemias, preocupación por los demás, por nosotros mismos, vernos el rostro más a menudo, pero en un contexto de encierro, Son muchas sensaciones y problemáticas que traté de plasmar en este trabajo”.

El colectivo que habitamos

Valora mucho el contacto con los vecinos y la unión de oficios. Recuerda los domingos de baile, que junto con la actriz Francisca Castillo organizaban en su casa. “El primer domingo de cada mes, nos juntábamos, llevaba mis equipos y hacia las mezclas, se armaba una atmosfera rica y podíamos pasa 4,5 horas bailando junto a los vecinos. Era muy interesante por que llegaban de todas las zonas de la comunidad. Es parecido a lo que hace la Nelly pero en torno al baile”.

La participación de la versión electrónica de la “Patrona de Barro” de Matías Correa y Pedro Ferreira, es una muestra de la unión oficios que se da en la comunidad. La versión electrónica rescata samplers de raíces latinoamericanas “tiene un lenguaje folclórico, es un mestizaje electrónico”. Esta versión completa el listado de los distintos estilos del disco de la virgen pagana, parte del patrimonio cultural local.
“También estuve haciendo conciertos en la entrada de la comunidad, con mascarilla y todas las medidas, pero igual notaba que los vecinos se ponían nerviosos, así que decidí suspender. Pero, claramente, siempre está el apoyo de los vecinos a los artistas y músicos de la comunidad.”   Recuerda que una vez se reunieron Cuti Aste, Cuturrufo y él. “Se arman fiestas de la nada, música y percusión, era todo improvisación, luego subió Cuti con clarinete, Cutu con su trompeta y se armó una fiesta. La heterogeneidad de artistas es un privilegio, pero la generosidad es un regalo también.”

El profe

La pandemia afectó en muchos aspectos en la vida del músico. Sin embargo, ya se encontraba arriba del carro de las plataformas de enseñanza para sus alumnos hace más de dos años. “Como estimación de tiempo yo estaba desarrollando un sistema para la mejor gestión del tiempo, porque también tengo alumnos extranjeros, entonces sólo tuve que optimizar mejor mis tiempos para poder seguir trabajando. Me adelanté un poquito y me pilló bien parado la enseñanza on line”.

Durante la pandemia, en diciembre, lanzó su quinto disco, entre clases, masterización y post producción. “En base a eso vas construyendo, vas repitiendo la cadena rítmica que sirve para componer encima con otros instrumentos, super orgánicos, le pones un piano, un bajo, guitarra”, todo se va mezclando y funciona.

Para el compositor la música electrónica es una repetición armónica “hace que el cerebro entre en una conexión con el sonido y si lo llevas a otro plano, lo que hizo (Andy) Wharhool con el serialismo, pasa en su arte también, el mismo cuadro con distintos colores, entonces se va instalando este concepto y te metes en un universo mántrico.” Explica.

Agrega que “el proceso de repetición tiene que ver con la melodía contagiosa, pero cuando empiezas a hacer mayores repeticiones, ya entras en una codificación que pasa por distintos procesos mentales, recibir, procesar, yo hago el símil, con los mantras o raga hindú, el cerebro se tiene que entregar y simplemente lo recibes”.  La obra de Mitcheaux se encuentra en Spotify.

Por Mariela Gallardo G