Amante de la naturaleza y caminante incansable, así nos cuenta María Elena Anguita sobre sus gustos que la conectan con sus emociones. Se la puede ver desde muy temprano camino al cerro, disfrutando la frescura del aire de la mañana, deteniéndose a mirar plantas y animalitos en el camino.
Otra de sus pasiones son las flores, las nativas sobretodo, “ es imposible no maravillarse con los regalos de la naturaleza”. Nuestra gestora comunitaria ya está organizando un grupo de vecinos para hacer una compra de semillas y poblar de colores los jardines.
Ella llega a la Comunidad en 2007 tras evaluar lo que hasta ese momento constituye un proyecto sustentable a pequeña escala en las afueras de Santiago. “Habíamos decidido salir de la ciudad. Allí construimos nuestra casa a la par del nacimiento de mis dos hijos. No obstante, luego de seis años no terminé de acostumbrarme a una sociabilidad que me empobrecía cada vez más. Mis vecinos vivían lejos o las más de las veces respondían al modelo típico de las parcelas de agrado. En buen chileno, sentía vivir en corral ajeno”, recuerda María Elena Anguita, gestora comunitaria y administradora de la Comunidad Ecológica de Peñalolén.
La problemática del desarraigo humano le ha rondado a “la Mena” (como le dice todo el barrio) desde su tesis en filosofía, refrendado por la idea de un individuo centrado en sí mismo habiendo clausurado en buena medida la idea de alteridad territorial y el ejercicio del vínculo fraterno. En consecuencia, se dio a la tarea de estudiar a Albert Camus y Humberto Maturana. “La humanidad se trueca con la dictadura, la asociatividad se banaliza o se vuelve clandestina, las redes se deshilachan”. Sin embargo, casi como un artilugio de una historia fantástica, María Elena encuentra en la Comunidad lo que buscó por años: “un lugar donde el trabajo se une al bien común, donde parece no tener prestigio el narcisismo de las pequeñas diferencias. Y esto me conmueve profundamente”, señala.
Mena ha sabido hilvanar su trabajo con la Junta de Vecinos a una sociabilidad más amplia, con la comuna, con el colegio de sus hijos ya egresados, con una red de apoyo generalizada. “Todo lo cual, constituye una experiencia de arraigo para mí y para mis hijos. Recuerdo el inicio del período de las fiestas adolescentes, donde concurren los amigos que, a un tiempo, son compañeros de colegio y vecinos de barrio. Los padres ganábamos en confianza y ayuda mutua”.
Luego de dos años en el barrio, se vincula al trabajo de administración eligiendo ser una madre presente, con horario flexible y manteniendo su trabajo en patchwork. “Pensaba que iba a poder seguir cosiendo, pero se me hizo imposible, este trabajo es muy absorbente. Me vi obligada a aprender a administrar mi propio tiempo. Creo que los vecinos empiezan a entenderlo así. Comprendo a cabalidad sus urgencias y necesidades (que son también las mías) pero, asimismo, necesito darle espacio a la vida familiar sin estar siempre pendiente del teléfono”, recalca.
Vinculado a este espacio se hace gestora de la iniciativa “La Canasta”, una cooperativa que nace de un grupo seguidores de la filosofía Waldorf, replicando el modelo de otros lugares adaptando a la Comunidad. La idea de esta cooperativa es entregar un estilo de alimentación saludable, sin químicos, ni producido con elementos tóxicos para el medio ambiente, promoviendo la sustetabilidad y el trabajo comunitario. “La canasta es un gran orgullo para nosotros, pues es definitivamente un aporte a nuestra calidad de vida,no solo por los productos que se venden, sino que promueve el vínculo entre vecinos, haciendonos cargo de su administración y un comercio justo y sano”, nos cuenta.
Un pilar en la Junta de Vecinos
Mena ha acompañado la gestión de varias directivas de JJ. VV. Ha sido capaz de observar los cambios del barrio, las construcciones, los nuevos vecinos. “La Comunidad ha avanzado considerablemente en términos organizativos, adquiere una estructuración que no tiene como referencia obligada esta sociedad individualista y apenas sustentable de la que provenimos” comenta, y agrega “Por eso es fundamental valorar la generosidad de los vecinos, tanto como sus aportes teóricos y sus iniciativas prácticas”.
Además, sobre el trabajo con los equipos de la JJVV, indica que “Siempre ha sido una experiencia grata, tanto es así, que he forjado una amistad sincera con muchos de sus integrantes”. Reconoce que no tuvo ningún conocimiento previo de los miembros de la Junta de Vecinos saliente (2018-2021). “Me han sorprendido gratamente. Se han podido tramitar las diferencias con respeto y todos sus esfuerzos han estado encaminados hacia el cuidado del lugar. La directiva saliente ha dado muestras de operatividad y voluntad de estructura. Por mi parte, contribuí a conformar un equipo de porteros eficiente y dedicado. Durante este último período emergieron un sinnúmero de equipos técnicos; se conformaron comisiones responsables, se mejoraron sustantivamente los espacios comunes”.
Agrega también que “Durante el periodo de Daniel Hoppmann como presidente, se han creado equipos encargados de otorgarle estructura y consolidación a lo realizado por directivas anteriores. Se trata de un trabajo de continuidad y de inventiva. Me parece importante resaltar que cada a uno de los miembros ha desempeñado un rol relevante en las comisiones, han participado activamente en la deliberación y se han convocado rigurosamente durante estos tres años. A expensas de la complejidad de algunas problemáticas, han sabido anteponer con firmeza el bien común de nuestro barrio.
Queda por mencionar las recientes contrataciones de personal administrativo y cuadros profesionales”. María Elena explica que se ha requerido un equipo todoterreno y comprometido con las tareas encomendadas. Los trabajadores contratados no dejan de reconocer en la Comunidad un espacio grato de respeto mutuo. En tal sentido, se consolida la labor de una Encargada de Comunicaciones y habida cuenta la magnitud y complejidad que va adquiriendo la Comunidad, se inaugura (hace un año) un equipo encargado de las gestiones financiera y comunitaria con sus respectivos responsables”.
Desafíos que vienen
Teniendo en cuenta el crecimiento y la densidad de la Comuna, Mena hace hincapié en la necesidad de la preservación del barrio, la responsabilidad que acarrea el cuidado del entorno. Contrariamente a los discursos alambicados, enfatiza la necesidad de los gastos comunes. “Estos involucran una obligación ética y de pertenencia comunera. Con los fondos recaudados se pueden solventar los gastos de la Comunidad, apoyar diversos proyectos internos y abarcar los desafíos futuros más importantes”.
Confiesa que ha sido un largo camino el poder consolidar un equipo encargado del ítem financiero. “Nos hemos propuesto aumentar las recaudaciones y, consecuentemente, otorgarle la máxima transparencia al proceso en cuestión. A los vecinos les importa saber en qué se gasta la plata. Hay quienes, desde su arribo a la Comunidad, siempre han pagado los gastos comunes, porque comprenden que es un gesto recíproco de buen trato, que existen servicios y beneficios a bajo costo si se lo compara con otros lugares”. En este contexto, se destaca la primera mantención del Buen Camino tras muchos años de uso y los avances en el aseo y ornato de la Comunidad: “hoy contamos con una limpieza diaria”.
Finalmente, nuestra vecina María Elena Anguita, pronuncia sus parabienes a la directiva entrante. “La nueva directiva cuenta con el apoyo de quienes trabajamos aquí, la Comunidad cuenta con nuestro aporte y nuestro desvelo. Hago extensivo tales afectos a Romeo, Mariela, Manuel y todo el equipo de portería. Todos nosotros seguiremos concitando la energía suficiente para mejorar y poblar de flores nuestro espacio tan querido”, concluye.
Por Mariela Gallardo G.